Adiós, agua cristalina: ¿Por qué los ríos del Ártico se están pintando de amarillo?

La coloración en el agua cristalina de los caudales podría ser un peligro para la salud alimentaria

Los ríos de Alaska están sufriendo cambios en su química debido al calentamiento global. / Foto: ONU

En los últimos años, el calentamiento global ha estado más presente y sus afectaciones son evidentes. En el caso de Alaska, sus ríos están cambiando de color, dejando atrás el agua cristalina que antes los caracterizaba.

¿Por qué los ríos cambiaron de color?

Un grupo de investigadores explicó en un artículo publicado en la revista científica Nature Communications que este cambio en el agua que corre por algunos caudales del Ártico se debe al deshielo de lo que se conoce como «permafrost».

El permafrost es la capa de suelo bajo la superficie de la Tierra que ha permanecido congelada ininterrumpidamente durante al menos dos años consecutivos y, en la mayoría de los casos, durante cientos o miles de años.

Imagen del permafrost derretido. | Foto: ONU

Anteriormente, la Organización de las Naciones Unidas ya había advertido sobre las consecuencias del deshielo del permafrost, pues indicó que el derretimiento de este que cubre unos 23 millones de metros cuadrados del norte de la Tierra es apenas visible para el ojo humano, pero sus efectos no lo son.

Además de las consecuencias en el agua de los ríos de Alaska, esta situación provoca que las carreteras, las casas, los oleoductos, incluso las instalaciones militares y otras infraestructuras se derrumben o empiecen a ser inestables.

Foto: estudio de Nature Communications

¿Cuáles son las consecuencias del agua amarilla?

El problema es que esta coloración amarilla en el agua de los caudales es indicativo de que hay una mayor carga de hierro, sulfato, metales tóxicos, un ph bajo, turbidez y una disminución dramática en la diversidad de microorganismos en el agua y la abundancia de peces.

Los investigadores también indicaron en su estudio que las transiciones abruptas en la química del agua en una escala de tiempo de semanas a meses pueden representar un riesgo para la seguridad alimentaria, ya que las pesquerías de subsistencia y los suministros de agua potable pueden degradarse en algunas redes fluviales del Ártico.

Del mismo modo, cuando el permafrost se descongela, los microbios comienzan a corromper el material y liberan a la atmósfera gases de efecto invernadero como el dióxido de carbono y el metano.