La batalla por el ‘agujero azul’ argentino, centro de la pesca no regulada en el Atlántico Sur

Proyecto “Agujero Azul”. ¿Funcional a los intereses británicos? – Radio  Gráfica

En marzo de 2023, la organización Solidaire, comandada por el piloto y cineasta argentino Enrique Piñeyro, montó un inédito vuelo con jerarcas argentinos e internacionales, periodistas y activistas hacia el ‘agujero azul’, una zona del Atlántico Sur conocida por ser el escenario que mejor evidencia el problema de la pesca irregular.
Lo que los pasajeros del vuelo pudieron ver desde el aire los dejó perplejos: la oscuridad de la noche en medio del Atlántico Sur era interrumpida por un cúmulo de luces de embarcaciones de varios países que, en el límite del territorio marítimo argentino, pescan los recursos marítimos de la zona.
El ‘agujero azul’ se ubica a unos 500 kilómetros al este del golfo de San Jorge y sobre la línea divisoria que separa la Zona Económica Exclusiva (ZEE) de Argentina con aguas internacionales. De hecho, esa línea imaginaria —trazada a 200 millas del territorio continental— prácticamente parte por la mitad el ‘agujero azul’, de aproximadamente 6.600 kilómetros cuadrados de extensión.

Lo que hace tan valioso al ‘agujero azul’ es su biodiversidad. Allí conviven gran cantidad de especies marinas como la merluza, la vieira patagónica y el calamar Illex argentinus, recursos pesqueros muy valiosos no solo para Argentina sino para potencias pesqueras de todo el mundo. Como el límite entre la ZEE argentina y aguas internacionales solo tiene sentido para los humanos, todas las especies marinas que enriquecen la zona pasan de un lado a otro de la línea para alimentarse o reproducirse y luego vuelven a su zona de origen.
El enjambre de buques pesqueros extranjeros se mantiene pegado al límite, esperando, precisamente, que las especies marinas crucen a aguas internacionales para pescarlas.
Aunque la pesca parezca legal en aguas internacionales, expertos argentinos y organizaciones advierten que estos barcos no hacen más que pescar recursos que, si bien cumplen movimientos migratorios, se originan en el mar argentino.

El especialista remarcó que, aunque las embarcaciones no ingresen en el territorio argentino —de todas maneras, subrayó que «algunas lo hacen»— están «pescando recursos migratorios originarios de la ZEE».
Lerena recordó, además, que las embarcaciones que pescan en el ‘agujero azul’ no están cumpliendo con algunas exigencias clave de la Convención de Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar, que rige desde 1982.

Greenpeace Argentina | Depredación pesquera sin control de nuestro Mar  Argentino: el Tratado Global de los Océanos puede proteger el Agujero Azul

l experto aseguró que los buques que pescan recursos argentinos en alta mar no hacen estudios sobre capturas máximas sostenibles para conocer hasta qué punto pescar ejemplares sin generar una afectación permanente. Mientras este conocimiento sí se produce en los estados ribereños del Atlántico Sur —Argentina, Uruguay y Brasil— no se conoce ni se respeta por parte de pescadores internacionales.
Lerena advirtió además que los buques tampoco cumplen otro requisito de la Convención: ser controlados por sus países de origen. Según el experto, si bien existen seguimientos satélites de estas embarcaciones, el monitoreo es poco efectivo y, en la práctica, inexistente a la hora de controlar algunas prácticas depredatorias en el mar. El experto enfatizó que la Convención también establece que la pesca en alta mar «en ninguno de los casos puede afectar los intereses de terceros países», algo que tampoco se cumple debido a la afectación que se hace a los recursos propios de Argentina.
La presencia de buques pesqueros en el ‘agujero azul’ no es escasa: solo durante la primera semana de marzo de 2023 se detectaron 404 buques en el ‘agujero azul’, de acuerdo con datos manejados por la organización Greenpeace, que advierte que la cantidad total de horas de pesca equivale a que haya 272 barcos operando 24 horas al día durante los 365 días del año.

Un dato consignado por el diario argentino La Nación es más gráfico aún: la superficie que abarca el cúmulo de embarcaciones en el ‘agujero azul’ supera el doble del de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y su área metropolitana. Lerena apuntó que, si bien el problema de la pesca irregular en el Atlántico Sur es histórico, se disparó en las últimas cuatro décadas al son de la «creciente necesidad de proteínas en el mundo».
En la actualidad, la mayor cantidad de buques que pescan en el ‘agujero azul’ son barcos poteros, que hacen pesca selectiva de los calamares, atrayéndolos con potentes luces para atraparlos con anzuelos o potas. Sin embargo, también hay pesca de arrastre que erosiona el suelo marino y resulta la actividad más perjudicial en la zona.

En julio de 2022, la Cámara de Diputados argentina aprobó un proyecto de ley para convertir al ‘agujero azul’ en un Área Marina Protegida (AMP) en una zona de 148.000 kilómetros cuadrados que comprende al ‘agujero azul’ y el área en la que yacen los restos del submarino ARA San Juan, siniestrado en 2017.
El proyecto es defendido por el Gobierno argentino, pero también encuentra discrepancias entre estudiosos del tema. Para Lerena, una de las consecuencias negativas del área protegida es que termina beneficiando la administración que el Reino Unido hace de los mares circundantes a las Islas Malvinas, las Georgias del Sur y las Sandwich del Sur.
Lerena recordó que la ocupación británica de las Malvinas incumple la resolución de Naciones Unidas de no innovar en el territorio, ya que en las últimas décadas ha otorgado licencias de pesca a embarcaciones en los alrededores de las islas, cuya soberanía es reclamada por Argentina.