¿Qué tipo de mente tienes?

Si con algo estamos en contacto las 24 horas del día, generalmente de manera inconsciente, es con los pensamientos que provienen de la mente. ¿Pero esa capacidad de pensar es lo que define a la mente?

Para el Yoga, la mente es el enlace entre el cuerpo y la conciencia. La consciencia o chitta incluye la mente o manas, la inteligencia o buddhi, y el ego o ahamkara. De hecho, el ser humano se designa en sánscrito como manusya cuyo significado es “aquel quien está dotado de conciencia”.

La mente, de acuerdo al portal suddhayoga.org, “desea, recuerda, percibe, y experimenta, las sensaciones de dolor y placer, frío y calor, honor y deshonra, son experimentadas y reinterpretadas por la mente”.

De esta manera, como el pensamiento tiene la capacidad de percibir todo, la mente refleja los mundos externo e interno, aunque su inclinación natural es centrarse en el mundo exterior. Además, la mente no se ubica de manera exclusiva en el cerebro, sino que es “latente, elusiva y existe en todas partes”:

“Cuando la mente está totalmente ocupada en los objetos captados a través de los sentidos, surge el estrés, la fatiga y la infelicidad. La mente puede ser un enemigo secreto o un amigo traicionero, influyendo nuestro comportamiento antes que tengamos tiempo de considerar causas y consecuencias”.

En el segundo de los Yoga Sutras, el yoga se define como Yoga Chitta Vritti Nirodha, que se traduce algo así como “el yoga es el cese de la identificación con las modificaciones en la mente”.

En este texto fundamental del yoga, Patanjali describió los cinco estados en los que puede encontrarse la mente de un estudiante, lo que le permite al practicante ubicar el estado en que se encuentra y poder llevarlo a los siguientes niveles.

El primer estado se denomina Kshipta o perturbada. Esta clase de mente es inquieta, preocupada y errante. Es el menos deseable de los estados de la mente, porque está en conflicto permanente. Puede ir de grave a moderada, a levemente alterada, y normalmente está preocupada, agitada, o caótica con la característica adicional de ser negativa, intensa y emocional. Para evolucionar este estado una postura ideal es Balasana, la postura del Niño, una postura de “interiorización y restauración” que conectando con la tierra, brinda descanso, paz y serenidad.

Por Marién Estrada