60 mil pesos contra Alessandra y los demás

Nos enfilamos al final de las campañas electorales. No hace falta calificar como han actuado los actores y como se han comportado. Está claro para la mayoría de todos nosotros. La marcha del domingo fue un éxito rotundo, los discursos sencillos, pero con las bases indispensables para convocar a los mexicanos que no estamos a favor de la 4t y tengamos una esperanza plausible sobre el futuro de la CDMX y de la presidencia de la república.

La elección está en un ámbito propicio a la sorpresa y a la definición, eso si, de quienes serán la oposición y quienes llevarán la agenda pública los próximos 6 años. No será una sola persona, eso sin duda. Lo que ha despertado la 4t, no son las conciencias del pueblo de México, del que creen abrevar, han despertado muchas más también del otro lado. El próximo gobierno gane quien gane, no será de una sola persona, estará obligado a tomar a todos en cuenta.

Hay dos circunstancias presentes, sin embargo. Hay un mundo en el que la candidata más señera de la oposición en la Ciudad de México, en sus alcaldías, Alessandra Rojo de la Vega, es amedrentada, sino es que en realidad pesa sobre ella una amenaza de muerte. ¿Por qué ella? Preguntaría uno.

Yo diría, a riesgo de caer en clichés, pero reales, que ella es un buen ejemplo de la clase media: inteligente, guapa, elegante, madre sola y trabajadora que se divierte y disfruta lo que hace. Un buen ejemplo de que se puede ser preocupada por sus congéneres, enemiga del abuso con las mujeres, luchadora de causas, con tiempo para dedicarse a la política y para su mala suerte con una buena dosis de maternidad y recursos para tener a sus hijos a resguardo y su carrera y sus discusiones públicas al día y en actitud moderna y combativa, que detesta la 4t; es su antítesis. Ella responde, de muchas maneras, a la libertad que le otorga su consciencia y su convicción, más que aquellos que defienden causas para tener un sueldo y una posición. Es el destilado de una clase media mexicana que tiene la posibilidad de hacer política, no por necesidad, sino porque eso quiere hacer. Mejorar a su sociedad y su comunidad cercana.

El otro mundo, es el de la realidad descarnada a la que la 4t nos ha orillado. No sólo en la CDMX, sino en muchos lugares de nuestro país. El crimen organizado ha tomado riendas sobre quienes quieren que sean sus candidatos o sus políticos a modo. Las razones las publicare en un ensayo próximo, pero es un hecho que más allá de las consecuencias que la política del presidente ha logrado, es convertir al crimen organizado en un actor político, ya sea de manera factual o a propósito.

Pueden reunirse cientos de miles en el país para mostrar su preferencia política, en las plazas públicas; pueden hacerse campañas para impulsar candidatos; pueden hacerse discursos y vínculos sociales, pero en tierra, en los municipios y en las colonias, el poder del crimen impone.

Impone arreglos entre particulares, con ellos mismos, domina la nómina de los negocios, extrae rentas de los que producen y pone en jaque permanente a todo el sistema de construcción del poder, definido en el artículo 40 y 41 constitucional. Extorsiona a los que escogen, a los que dan empleo y tratan de sobrevivir en la economía 12 del mundo, de la mejor manera posible.

Nos gastamos cerca de 25 mil millones de pesos en mantener y hacer que funcione nuestro sistema de construcción del poder, a través del INE. Así elegimos desde el presidente hasta presidentes municipales y diputados locales. Con 60 mil pesos (según dijo el sospechoso de haber agredido a Alessandra), puede amedrentarse una candidata, eliminar a un competidor incomodo o decidir el resultado electoral en cientos de espacios políticos, en los que los ciudadanos todos, deberían tener la voz definitiva, no las armas, el miedo o la muerte. Esa es la preocupación verdadera. Nada más, pero nada menos también.