Baz Luhrmann. El poder de las historias

El cineasta conocido por cintas como Elvis y Moulin Rouge ha regresado a la historia de la película Australia, ahora convirtiéndola en una miniserie desde un punto de vista distinto.

En 2008 la cinta Australia, protagonizada por Hugh Jackman y Nicole Kidman, fue una de las más esperadas de la temporada; sin embargo, no logró ser el éxito en taquilla que se esperaba. Con los años, la aventura ha cobrado un seguimiento de culto, por lo cual el director y escritor se encontró en la feliz situación de regresar a su pietaje y a ese mundo desde la perspectiva de un joven nativo de la tierra llamado Nullah (Brandon Walters), parte y sobreviviente de vergonzosa historia conocida como “La generación robada” en el continente australiano (1860 a 1970).

Faraway Downs, la tierra que Sarah (Kidman) llega a recuperar tras la muerte de su esposo con ayuda (a regañadientes) de The Drover (Jackman) es también el nombre de la serie que ya se puede ver a través de Star+. MILENIO platicó con el laureado director al respecto de esta y otras de sus producciones y motivaciones para nunca dejar de contar historias.

Lo cierto es que siempre quise que fuera una cinta épica. Durante el proceso de tratar de sacarla y en esos días, cuando hacías cine era muy difícil que llegara a las salas suficientes, no había. Recuerdo haber pensado que algún día convertiría esto en dos películas. Así que con la pandemia —que tuve tiempo— revisé todo y me di cuenta de que tenía suficiente material para hacer algo más. Tenía suficiente como para hacer un melodrama pero centrarlo en algo profundamente difícil para Australia, que fue ‘La generación robada’. Me di cuenta de que podía hacerlo mucho más profundo. Y vino el streaming, por eso lo hice.

Tú puedes tomar una historia y como si fuera una comida, gozarla de una sentada. Y también la puedes presentar como banquete de una manera episódica distinta, que tiene diferentes platillos y pausas; lo absorbes y luego pruebas algo más. Tiene diferentes ritmos. Te puedo invitar a ver algo con un tiempo límite y es una experiencia limitada. Cuando es episódica, como esto, quien tiene el control es quien lo está viendo y degustando a su ritmo.

Y sobre el ritmo con el que la creas: la música, la edición, la escritura, ¿cómo organizas los componentes?
El impulso es siempre muy claro en mi mente. Pero la labor después de eso sí es trabajo y experimentación. Sacarlo de la cabeza a la página y luego colaborar con otros es labor. Lo que siempre es cierto, y ya no me cuido como antes, es que si me enseñas algo te puedo decir si funciona rítmicamente o no. Es un sentir. Supongo que es como un muy buen músico o cantante. Creo que eso soy.

Tu trabajo reciente funciona bien con las nuevas generaciones, ¿que descubran a Elvis Presley o Moulin Rouge en teatro es parte de ello?

Me da gusto que digas eso porque acabo de llegar de Londres y tuvimos a nuestro espectador un millón en ese musical. Llegó un hombre de mi edad y me dijo que Moulin Rouge es su película favorita. Y luego fui a Nueva York y alguien me dijo que mi Romeo y Julieta es su cinta favorita. Lo hice hace 20 años. Trato de hacer cosas que funcionen universalmente, no quiero excluir a nadie. Me importa igual mi público de quince años que el de noventa. Entiendo a quienes trabajan específicamente para un grupo, yo trato de hacerlas para que no sea fácil de ubicarlas en una época específica. Pero si soy muy honesto, cuando empezaba no quería ser cool y de moda con una generación y luego quedarme ahí, ¿sabes? El hecho de que los jóvenes gocen mi trabajo es muy significativo.

Como presidente del festival de cine del Mar Rojo dijiste: “Donde la política nos ha fallado, necesitamos contar historias porque esas no fallan”. ¿Qué más le dirías a otros cineastas al respecto?

Creo que los regímenes en los países que quieren oprimir, lo primero que hacen es detenerte de hacer chistes, canciones y contar historias. Hay una razón para ello. Y es que si la gente puede contar una historia, o cantar o tener humor, es lo más poderoso. En este momento, la política, las soluciones militares, de verdad nos están fallando, más a las próximas generaciones. Por eso la importancia de proteger la capacidad de que las historias sean contadas, las canciones sean cantadas y los chistes sean narrados; ya tengo el suficiente status ahora como para dedicar mi energía en ello. Y lo seguiré haciendo.