¿Por qué dormimos?

Tengo un libro. Lo leo aún sin llegar al final, se llama ¿Por qué dormimos? La nueva ciencia del sueño, de Matthew Walker (Booket, 2023). Este neurocientífico vuelve a preguntarse por la importancia de dormir y soñar. A través del sueño aprendemos, memorizamos y podemos tomar, en la vigilia, decisiones, pero el sueño también regula el apetito y reabastece el sistema inmune.

Cada noche me pregunto lo mismo: ¿por qué dormimos? La otra noche pensé: ¿Por qué es posible traer a personas que dejamos de ver hace treinta y cinco años y verlas en el sueño en plenitud física ante nuestros ojos oníricos.

Me explica Fernanda Pérez Gay esto: durante el sueño, la memoria autobiográfica se activa sin la dirección que tenemos en la vigilia. Agrega: la creación de escenarios posibles y la memoria autobiográfica dependen de las mismas redes en el cerebro y se disparan de forma aleatoria en el sueño.

Un padre es un padre y llevé ese conocimiento al encuentro con el psicoanálisis: ¿entonces Freud?, dejé abierta la pregunta. Él se adelantó a todos los tiempos, ningún neurocientífico podría ignorar a Freud, pero ningún psicoanalista debería despreciar los descubrimientos de la neurociencias. Ambas deben dialogar. Por cierto, esto que escribo no lo dijo la neurocientífica, lo desprendí yo de una conversación. Soy responsable único de estas líneas.

Los padres son una monserga, y ustedes lo saben: ¿Y Borges? Borges lo sabía todo y la ficción y el cerebro son puntos centrales del estudio que hago en estos días, me dijo Fernanda.

Duermo con dos pastillas de Pregabalina con un gran nombre, Lyrica, y una de Tafil. Fracaso rotundo, a las tres de la mañana estoy despierto. He soñado con alguien a quien no he visto hace treinta y cinco años. ¿A qué has venido?, pregunto. Quería saber qué fue de ti, si vivías, si aún eras joven. No soy joven, sólo en este sueño, pero cuando despierte volveré a mi vida de siempre, en el caso de que siempre sea la vida.

A las cuatro y media de la mañana tuve sed. Me serví un vaso grande de agua. No soy Macbeth, pero creo que yo también maté al sueño.

Me extraña que la oscuridad ya no exista, las sombras nos acompañan. Pinches pastas, logran extrañas obras del absurdo en nuestra mente.

Le daré una nueva oportunidad a la pregabalina, la Lyrica. ¿Quién vendrá esta noche?

Por Rafael Pérez Gay