La mente errante

magen: Andrew Ostrovsky /Shutterstock

Allá por el año 2010 un par de investigadores llamados Matthew Killingsworth y Daniel Gilbert, de la Universidad de Harvard, llegaron a la conclusión de que pasamos entre un 25 y 50 % de nuestras horas de vigilia anclados en pensamientos que nada tienen que ver con el aquí y el ahora. Es sorprendente que entre un cuarto y la mitad de nuestra vida diaria la experiencia del mundo no esté relacionada con el momento presente. Constantemente estamos fluyendo entre pensamientos que proceden de nuestro mundo interno y del mundo exterior.

Killingsworth y Gilbert llegaron a esta conclusión en 2010 empleando un método experimental en la neurociencia cognitiva llamado muestreo de experiencias, que consiste en pedirles a los participantes que informen en tiempo real sobre sus experiencias internas (pensamientos, emociones, percepciones) durante un tiempo determinado. Para ponerlo en práctica, los investigadores tenían que monitorear varias veces al día los pensamientos de más de 2 000 personas. Killingsworth y Gilbert desarrollaron una aplicación para teléfonos inteligentes especialmente para el proyecto. La aplicación enviaba aleatoriamente recordatorios durante el día a los participantes para animarlos a registrar sus pensamientos, emociones y comportamientos referentes a sus actividades diarias. Los investigadores obtuvieron así una base de datos de cerca de 250 000 registros de experiencias.

Killingsworth y Gilbert emprendieron este proyecto con la intención de estudiar la felicidad (véase ¿Cómo ves?, Núm. 279). Como señalan en un artículo publicado en la revista Science en 2010, muchas tradiciones filosóficas y religiosas enseñan que la felicidad se puede encontrar viviendo en el momento, por lo que los adeptos de esas tradiciones aprenden a combatir la divagación mental y situarse en el aquí y ahora. Aunque, sin duda, la capacidad de abstraerse y pensar en otras cosas se puede considerar una ventaja evolutiva que nos permite a los humanos aprender, razonar y planear, podría tener, además, un costo emocional que no puede pasarse por alto.

Pasamos hasta la mitad de nuestras horas de vigilia anclados en pensamientos que nada tienen que ver con el aquí y el ahora; estudios han mostrado que una mente que divaga mucho no es una mente feliz.

Máquina del tiempo mental

Los viajes a través del tiempo y del espacio han fascinado por décadas a la humanidad. Múltiples películas y series de ciencia ficción han inspirado este tema aún desconocido para nuestras capacidades intelectuales y tecnológicas. Uno de los ejemplos más conocidos de ficciones sobre viajes en el tiempo lo podemos encontrar en Doctor Who, una serie de culto británica estrenada en 1963.

En la década de 1960 la BBC, principal cadena de radio y televisión pública en el Reino Unido, emitió el primer capítulo de una serie cuyo protagonista, un alienígena con dos corazones y forma humana llamado “El Doctor”, viaja constantemente al pasado y al futuro a bordo de su máquina del tiempo, una cabina telefónica mejor conocida como Tardis.

Las máquinas del tiempo no existen y posiblemente nunca existirán. Sin embargo, todos llevamos en la cabeza nuestra Tardis personal que nos permite desplazarnos por el tiempo. Suena extraño, pero recorrer el tiempo es una de las funciones favoritas de la mente.

Sin entrar en detalles sobre lo que es una mente, pues seguramente nos llevaría varias páginas y llegaríamos a muy pocas conclusiones, adentrémonos en un concepto que ha sido explorado por neurocientíficos cognitivos como el canadiense de origen estonio Endel Tulving: la cronestesia.

La cronestesia puede entenderse como la capacidad de reconstruir mentalmente acontecimientos personales que ocurrieron en el pasado, así como imaginar qué nos depara el futuro. En palabras llanas, se trata de un viaje mental por el tiempo.

¿Qué tienen que ver los viajes en el tiempo de nuestra mente con la divagación y la felicidad? Pues bien, se ha encontrado que las divagaciones mentales con una tendencia muy fuerte a regresar al pasado se asocian con estados de ánimo depresivos y que, por el contrario, cuando divagamos sobre el futuro nuestro estado de ánimo puede mejorar notablemente. De modo que el viaje mental en el tiempo trae una buena carga emocional que influirá en tu percepción del mundo y en tus actividades cotidianas.

Estación: Pandemia

Hablar de cambios súbitos en el estado de ánimo y estar constantemente repasando cosas del pasado y planeando algunas otras del futuro inevitablemente nos lleva al tema de salud pública, que ha estado presente en nuestras vidas por más tiempo del que nos gustaría debido a la pandemia de COVID19. Como civilización, hemos tenido que recurrir a la memoria y a los registros históricos para conocer y mejorar las estrategias que en el pasado nos sirvieron para enfrentar otras pandemias. Asimismo, hemos tenido que echar mano de la creatividad y el ingenio científico para concebir nuevas formas de enfrentar el virus y sus cepas futuras.

Con la aparición de una nueva enfermedad a nuestras vidas, llegaron las crisis sanitarias, económicas y sociales que seguimos padeciendo. Los problemas psicológicos derivados de la pandemia no se hicieron esperar (véase ¿Cómo ves?, Núm. 259): una de cada cinco personas que enfermaron tuvieron que enfrentarse por primera vez a la ansiedad, la depresión y el insomnio. Además, los pensamientos suicidas se incrementaron entre 8 % y 10 %, especialmente en jóvenes. En consecuencia, la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomendó a las naciones asignar recursos para la atención de la salud mental como parte de los planes de respuesta y recuperación ante la COVID-19.

En vista de que la divagación mental afecta cómo nos sentimos, revisemos algunos de los problemas emocionales que pueden derivarse de estados de divagación frecuentes, así como una de las principales estrategias para hacerles frente.

La cronestesia es la capacidad de reconstruir mentalmente eventos personales que ocurrieron en el pasado, así como de imaginar los posibles escenarios que nos depara el futuro; es decir, un viaje mental por el tiempo.

Depresión

Decimos coloquialmente “tengo depresión” como si esta fuera un estado fisiológico. Pero está claro que ni una tomografía ni unos rayos X encontrarán por ninguna parte del organismo el lugar donde se aloja esa experiencia que nos pone tan tristes y desalentados. Por mucho tiempo, tanto los modelos médicos como los psicológicos le han dado el estatus de enfermedad a un conjunto de comportamientos que se presentan cuando estamos en situaciones adversas.

Con frecuencia la depresión acompaña a la ansiedad. Se les puede ver haciéndose compañía y alternándose el protagonismo. Para comprender lo que es una depresión, hay que poner especial atención en lo que la gente hace, e incluso en lo que deja de hacer cuando está experimentando un estado de ánimo bajo. En psicología hay distintas tradiciones terapéuticas que van desde la cognitiva conductual, el enfoque psicodinámico y las posturas humanistas hasta los llamados modelos conductuales de tercera generación.

Para las terapias de tercera generación, también conocidas como contextuales, la depresión surge como consecuencia de un suceso en la vida de la persona que súbitamente la aparta de las fuentes de reforzamiento positivo, es decir, de las actividades que le son significativas e importantes en la vida. ¿Recuerdas algún suceso vital que ocurrió de forma inesperada en nuestras vidas y que las cambió para siempre?

La pandemia de COVID-19 nos puso en una circunstancia en la cual muchas de las actividades que conocíamos o disfrutábamos fueron suspendidas e incluso prohibidas y penadas legalmente. El contacto e intercambio social se volvieron escasos y un sinnúmero de personas tuvieron que enfrentarse al desempleo o a la reducción de su salario. ¿Cómo no deprimirse en una situación como esta? Una depresión, en todo caso, es un proceso adaptativo mediante el cual la persona asimila e integra la pérdida y los cambios resultantes de esta.

La depresión es tan común, que hasta personajes políticos famosos como Winston Churchill dedicaron algo de tiempo a hablar del tema. Churchill no solo dirigió como primer ministro al Reino Unido en medio de la Segunda Guerra Mundial, también libró batallas que solo podían ocurrir en su intimidad. Hacia el final de su vida, el político británico enfrentó momentos difíciles de depresión y una de sus frases más emblemáticas al respecto fue: “Yo tenía un perro negro y se llamaba depresión”, frase que luego inspiraría un cortometraje animado realizado por la OMS en 2012. Puedes encontrarlo en YouTube bajo el título Iniciativa Perro Negro OMS y OPS contra la depresión.

Las divagaciones con una fuerte tendencia a volver al pasado se asocian con estados de ánimo depresivo; cuando las divagaciones son una anticipación aprensiva de una desgracia futura se asocian con estados de ansiedad.

De ansiedades y arañas

Imagínate que eres un superhéroe adolescente lidiando con la vida y además con los problemas de toda una ciudad, una especie de Hombre Araña. Entre los superpoderes que desarrolló Peter Parker para enfrentarse a sus enemigos se encuentra el llamado “sentido arácnido”. Por medio de este, Spiderman puede advertir de forma anticipada la inminencia de un peligro, lo que se manifiesta como una sensación en su cuerpo centésimas de segundos antes de que ocurra la amenaza.

Las personas comunes y corrientes, que tenemos trabajos ordinarios y ocupaciones que para nada envidiaría un superhéroe, no podemos aspirar a superpoderes tan avanzados y elaborados como los de Peter Parker; sin embargo, la ansiedad que muchas personas pueden experimentar en sus vidas no dista mucho del sentido arácnido que acompaña al Hombre Araña en sus aventuras. ¿Se parece más la ansiedad a un superpoder o a una debilidad?

Los psicólogos entienden la ansiedad como una anticipación aprensiva de un daño o una desgracia futura. Las personas que experimentan ansiedad tienen dificultades para lidiar con los pensamientos que giran en torno a la preocupación por situaciones de su vida cotidiana, como el trabajo, la familia y la salud. Cuando esas preocupaciones por el futuro se desbocan, pueden afectar el funcionamiento de la persona negándole el bienestar y la tranquilidad. Toda ansiedad se acompaña además de diversos malestares físicos, como tensión muscular, fatiga y dificultad para concentrarse y para conciliar el sueño. Más allá de decidir si la ansiedad es una maldición o una herramienta poderosa en nuestras vidas, es necesario tener clara la función primordial que puede tener en nuestro día a día. Al margen de las etiquetas diagnósticas, la ansiedad es un mecanismo adaptativo natural adquirido en la evolución y que durante mucho tiempo les sirvió a nuestros antepasados para mantenerse alertas a futuros muy inciertos y depredadores al acecho (véase ¿Cómo ves? Núm. 250).

La pandemia de COVID-19 ha representado para la humanidad una permanente exposición a la preocupación por enfermar y también por morir. Cuando existen brotes virales, una persona con ansiedad grave puede incluso malinterpretar malestares físicos comunes como signos de infección, así como presentar comportamientos desadaptativos, como lavarse compulsivamente las manos y aislarse de la sociedad.

Durante el primer trimestre de 2020, un equipo de investigadores de institutos universitarios y de la salud en México y en Estados Unidos hicieron una encuesta distribuida en línea entre estudiantes universitarios tanto mexicanos como extranjeros. Entre sus resultados encontraron que, de los 1 508 participantes, un 20.8 % presentó síntomas de ansiedad grave y que, como es bastante comprensible, uno de los factores más significativos para experimentar ansiedad durante la crisis sanitaria fue la disminución del ingreso familiar.

El acceso a servicios de salud mental sigue siendo limitado en México, tanto por razones económicas como por el prejuicio aún existente en torno a la asistencia a terapia psicológica. En la encuesta anterior, se encontró, además, que el 72 % de los participantes no contaba con atención psicológica ni presencial ni a distancia. Ir a psicoterapia se ha vuelto más la excepción que la regla.

Divagación
Desvío de la atención del tren de pensamiento a contenidos mentales con poca o nula relación con lo que se está haciendo o con el entorno.

Cronestesia
Viaje mental en el tiempo. Capacidad de reconstruir mentalmente acontecimientos personales del pasado e imaginar situaciones futuras.

Mindfulness
Estado mental en el que se presta atención al momento presente de manera intencional, sin juzgar lo que está ocurriendo.

De antídotos y superpoderes mentales

Este viaje empezó con la experiencia de la divagación y las consecuencias de la mente errante en la vida de las personas. Pudimos reconocer que durante la divagación el contenido de los pensamientos es fundamental: si hay demasiados pensamientos cargados al pasado, tendremos estados de ánimo depresivos. De la misma manera, si nuestras divagaciones se dirigen a situaciones en las que la preocupación por el futuro es la regla y nuestros pensamientos constantemente nos advierten sobre peligros reales o imaginarios, nos encontramos entonces ante la ansiedad.

Habiendo reconocido que buena parte de nuestros malestares psicológicos encuentran su fuente en nuestros pensamientos y en el lenguaje del que hacemos uso en todo momento, ¿existen formas de afrontar dichos pensamientos invasivos?

Se recomienda tomarte un momento del día para poner atención a los estímulos que ocurren dentro de ti —pensamientos, emociones, impulsos, sensaciones, respiración, etc.— con lo cual puede aumentar tu calidad de vida.

La modalidad más evidente para hacer frente a nuestros problemas psicológicos es la psicoterapia. Sin embargo, aunque no la sustituye de ninguna manera, existe una forma accesible para cualquier persona y solo requiere de tu disposición, por lo menos cinco minutos de tu tiempo cada día y un lugar libre de distractores: se trata de la meditación, que existe desde tiempos ancestrales.

Para realizar una meditación en atención plena o mindfulness (una de las técnicas terapéuticas más socorridas en las terapias contextuales), Jon Kabat-Zinn, del Instituto Tecnológico de Massachusetts, sugiere que hay que tener una actitud de apertura y disposición a poner atención al momento presente, sin juicios ni expectativas. Realizar algo tan sencillo como tomarte un momento del día para poner atención a los estímulos que ocurren dentro de ti (como pensamientos, emociones, impulsos, sensaciones, respiración) puede traer múltiples beneficios a tu calidad de vida.

Si bien no hay un antídoto o solución definitiva para detener el vagabundeo mental, ya que es una de las actividades favoritas de nuestro cerebro, siempre viene bien identificar los momentos en que nuestros pensamientos comienzan su despegue y, sobre todo, nunca olvidar que la persona a cargo de esa incansable máquina del tiempo mental eres tú. Asegúrate de llevarla siempre a un buen aterrizaje.

Giovanni Benigno Razo Ramírez es estudiante de un posgrado en psicología, con línea de investigación en conductas adictivas, terapias conductuales de tercera generación y mindfulness.

Roberto Oropeza Tena es profesor investigador de la Facultad de Psicología de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo y editor general de Uaricha, revista de psicología.

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