Guerra Rusia-Ucrania. Doble juego: tras el guiño a EE.UU., el chavismo volvió a acercarse a Rusia

El canciller ruso, Serguey Lavrov, junto a la vicepresidenta venezolana, Delcy Rodriguez, en Antalya, TurquíaRussian Foreign Ministry Press S

CARACAS.- El chavismo no deja de mover sus fichas en el nuevo tablero estratégico surgido tras la invasión de Ucrania. “Sostuvimos reunión con nuestro buen amigo Serguéi Lavrov. Revisamos nuestras relaciones estratégicas bilaterales y el complejo escenario internacional”, explicó la vicepresidenta Delcy Rodríguez tras la reunión de este jueves en Turquía con el canciller de Rusia, su principal aliado mundial.

Una “reunión al más alto nivel” en vísperas del II Foro Diplomático de Antalya, que se produce sólo cinco días después de la minicumbre en Caracas entre Nicolás Maduro y los tres enviados especiales de Joe Biden. La nueva coyuntura ha provocado, de momento, la liberación de dos de los diez estadounidenses encarcelados en las mazmorras de la revolución y el supuesto regreso a la mesa de diálogo de México entre gobierno y oposición.

“Las partes señalaron el desarrollo dinámico de las relaciones bilaterales en línea con la asociación estratégica, reafirmaron la identidad de los enfoques de Rusia y Venezuela sobre los problemas mundiales más apremiantes y condenaron las ilegales medidas coercitivas (sanciones) utilizadas como instrumentos de injerencia”, certificó el gobierno ruso tras el encuentro, en el que también participó el canciller venezolano, Félix Plasencia.

“No habrá manera de apartarnos de este digno camino”, remachó ´Nicolasito´ Maduro Guerra en sus redes sociales para alborozo de su padre.

Como ya sucediera durante el proceso de deshielo con la revolución castrista propiciado por Barack Obama, que no cambió los socios estratégicos del gobierno cubano, el chavismo ha querido dejar claro que mantiene su estructura de alianzas pese al acercamiento a Estados Unidos. “El tema de la fidelidad con aliados no debe ser un problema, puesto que cuando el petróleo venezolano fue sancionado, las refinerías del Golfo de México lo cambiaron por petróleo ruso y los dos gobiernos siguieron siendo panas [compañeros]. Es economía”, certificó Luis Vicente León, presidente de Datanálisis.

La gran sorpresa del sábado, con el aterrizaje en Caracas del funcionario de mayor nivel en 23 años de revolución pese a la investigación abierta por la Corte Internacional de La Haya por crímenes de lesa humanidad, se engloba en los nuevos tiempos surgidos de la guerra. Pese a ello, Maduro no es reconocido por Washington, como se encargó de recordar la Casa Blanca.

“La diplomacia requiere reunirse con personas con las que no estás de acuerdo”, recordó Juan González, quien encabezó la delegación estadounidense en Caracas, quien también subrayó que su gobierno sigue reconociendo a Juan Guaidó.

El presidente venezolano Nicolás Maduro

No obstante, el shock fue de tal calibre, con impacto sobre la oposición y con la molestia de Colombia, principal aliado extra-OTAN, que desde la administración Biden reacomodan ahora lo sucedido en la capital venezolana. Un alto funcionario de la Casa Blanca insistió a LA NACIÓN que el objetivo de la visita fue la liberación de sus presos. “No vamos a pedir permiso a otros países para reunir a los estadounidenses con sus familias”, aseguró.

Tanto Gustavo Cárdenas, antiguo gerente de Citgo, filial en Estados Unidos de Petróleos de Venezuela (Pdvsa), condenado a casi nueve años de cárcel, como el turista cubanoamericano Jorge Alberto Fernández, a quien se detuvo el año pasado en posesión de un dron de juguete, se encuentran ya de vuelta a sus hogares tras cinco años y uno, respectivamente, de pesadilla.

Ambos, como el resto de estadounidenses encarcelados en la siniestra prisión del Helicoide, una de las sedes del Servicio Bolivariano de Inteligencia (Sebin), se han convertido en moneda de cambio para la revolución bolivariana desde el primer día de su detención. A los “seis de Citgo”, como se los llama, se los acusó de corrupción en 2017 y han entrado y salido de la cárcel desde entonces. El año pasado regresaron a prisión como represalia por la extradición desde Cabo Verde a Miami de Alex Saab, el presunto testaferro de Maduro.

Fernández, quien se quejó durante su encierro del “olvido” de su caso, “fue injustamente detenido y acusado de terrorista, simplemente por llevar un dron”, denunciaron sus defensores. Contra los directivos petroleros recaen acusaciones de corrupción, agravadas tras desconocer la administración estadounidense al gobierno bolivariano y decantarse por la presidencia interina de Guaidó.

Los otros tres prisioneros estadounidenses de la revolución son los dos exboinas verdes Luke Denman y Airan Berry, quienes participaron en el desembarco fracasado de la Operación Gedeón de 2020. Ambos denunciaron torturas durante su juicio, incluso reconocieron a sus torturadores.

El décimo preso es el exmarine Mathew Heath, quien fue detenido cerca de la frontera con Colombia bajo la acusación de preparar atentados contra el servicio eléctrico. Heath también detalló las torturas que le aplicaron durante su detención, como golpes, descargas eléctricas y asfixia con bolsas de plástico.

El primer gesto de buena voluntad de Maduro tras el “deshielo” caraqueño es la reactivación de las negociaciones entre gobierno y oposición en México, que tenían a Noruega como gobierno clave y a Rusia como uno de los facilitadores. Un regreso a la capital mexicana que Diosdado Cabello, número dos de la revolución, ha puesto en duda en las últimas horas.

“Las pretensiones autoritarias de Maduro son las mismas que las de Putin. Es una misma lucha de democracia contra autoritarismo. En este conflicto global, a los venezolanos nos toca luchar por un país libre y democrático para frenar estas pretensiones”, subrayó Guaidó, quien también se reunió con los enviados especiales de Biden pero que recibió como un jarro de agua fría esa especie de deshielo iniciado por Washington y del que Maduro aparece hoy como gran beneficiado

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