Explica Roubini por qué la estanflación seguirá acechando a la economía durante décadas

Nouriel Roubini, profesor de Finanzas de la Universidad/ Créditos: Economista.es

Las economías avanzadas están sufriendo una situación inaudita en décadas. Cuando la inflación parecía muerta hace tan solo dos años, ahora se ha convertido en el gran riesgo para la economía. Además, este auge de los precios se está produciendo justo cuando la economía comienza a desacelerarse tras un 2021 de sólida recuperación económica. Pues bien, esta situación que a priori parece ser temporal podría durar mucho más de lo que se cree. Nouriel Roubini, profesor de Finanzas de la Universidad de Nueva York cree que hay varios factores estructurales que van a mantener a la economía en una suerte de estanflación permanente.

Roubini explica en su último artículo publicado en Project Syndicate que hay muchos factores de corto plazo que están disparando los precios: los cuellos de botella producto del covid, la guerra en Ucrania, la escasez de semiconductores… Sin embargo, este experto cree que se están obviando otra serie de tendencias de más largo plazo que van a empezar a sumar a este fenómeno estanflacionario y que por tanto podrían prolongar la situación mucho más de lo previsto.

«Pero incluso sin esos importantes factores a corto plazo, el panorama a medio plazo se oscurece. Hay muchas razones para preocuparse de que las condiciones estanflacionarias de hoy continúen dando forma a la economía global, produciendo una mayor inflación, un menor crecimiento y posiblemente recesiones en muchas economías», alerta el economista que supo anticiparse a la crisis financiera que azotó al mundo en 2007 y 2008.

Retroceso de la globalización 

«Para empezar, desde la crisis financiera mundial, ha habido un retroceso de la globalización y un retorno a diversas formas de proteccionismo. Esto refleja factores geopolíticos y motivaciones políticas internas en países donde grandes cohortes de la población se sienten ‘abandonadas’. Es probable que el aumento de las tensiones geopolíticas y la tensión de la cadena de suministro conlleven una mayor reubicación de la fabricación desde China y los mercados emergentes a las economías avanzadas, o al menos una reubicación cercana hacia países aliados. Sea como fuere, la producción se asignará incorrectamente a regiones y países con costes más altos», asegura el experto.

Por otro lado, Roubini cree que el envejecimiento demográfico en las economías avanzadas y algunos mercados emergentes clave (como China, Rusia y Corea del Sur) también será inflacionario. Aquí existe bastante controversia, puesto que unos expertos creen que esta fuerza incrementará la presión sobre los precios y otros opinan todo lo contrario. 

Roubini cree que el envejecimiento acabará reduciendo la oferta de mano de obra, provocando una inflación salarial. Y puesto que los jubilados tienden a gastar parte de su ahorro (para cubrir los gastos que conlleva la vejez) sin trabajar, lo que mantendrá o incrementará la demanda a la vez que se reduce el crecimiento potencial de la economía.

Por otro lado, Roubini apuesta a que «la reacción política y económica contra la inmigración en las economías avanzadas también reducirá la oferta laboral y ejercerá una presión alcista sobre los salarios. Durante décadas, la inmigración a gran escala limitó el crecimiento de los salarios en las economías avanzadas. Pero esos días parecen haber terminado», asegura el profesor de Finanzas.

China y EEUU 

Otro factor es el choque entre EEUU y China, que sin duda «producirá efectos estanflacionistas de gran alcance. El desacoplamiento chino-estadounidense implica la fragmentación de la economía global, la balcanización de las cadenas de suministro y restricciones sobre el comercio de tecnología, datos e información, elementos clave de los patrones comerciales futuros».

Roubini también cree que la lucha contra el cambio climático será estanflacionaria. Esta es una hipótesis más extendida. Pocos dudan sobre el impacto en los precios que está teniendo y tendrá la transición hacia energías renovables. Pero no solo eso, el propio cambio climático también impactará en los precios: «Después de todo, las sequías dañan los cultivos, arruinan las cosechas y elevan los precios de los alimentos, al igual que los huracanes, las inundaciones y el aumento del nivel del mar destruyen las existencias de capital y perturban la actividad económica».

Guerra cibernética 

«También debemos preocuparnos por la guerra cibernética, que puede causar graves interrupciones en la producción, como lo han demostrado los ataques recientes a oleoductos y procesadores de carne. Se espera que tales incidentes se conviertan en algo más frecuente y ganen severidad con el tiempo. Si las empresas y los gobiernos quieren protegerse, deberán gastar cientos de miles de millones de dólares en ciberseguridad, lo que se sumará a los costos que se trasladarán a los consumidores», advierte Roubini.

Estos factores agregarán combustible a la reacción política contra las marcadas desigualdades de ingresos y riqueza, lo que conducirá a un mayor gasto fiscal para apoyar a los trabajadores, los desempleados, las minorías vulnerables y ‘abandonados’ de la sociedad. Por otro lado, «los esfuerzos para aumentar la participación laboral, aunque bien intencionados, implican más conflictos laborales y una espiral de inflación de precios y salarios».

Contra todo lo anterior hay una fuerza que es desinflacionaria: la tecnología. Roubini cree que la inteligencia artificial y la automatización tienen un potencial importante, pero probablemente será incapaz de contrarrestar todas las fuerzas inflacionarias que se atisban ya en el horizonte y que amenazan el contexto económico que ha predominado en el mundo en las últimas décadas.

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