El origen del bolillo no es mexicano: ¿Cómo llegó al país?
El bolillo tiene un arraigo gastronómico e histórico en México
En la actualidad es imposible pensar la dieta de muchos mexicanos sin el tradicional bolillo, ya sea para una torta, una guajolota o cualquier otro platillo. No obstante, dicho pan no tiene su origen en México, vino de Europa.
El bolillo ha tenido tanta popularidad entre los mexicanos debido a su precio accesible y su «multifunción» dentro de la dieta mexicana, con forma de rombo, si se come recién salido del horno es crujiente por fuera y suave por dentro si se come con migajón caliente.
En primera instancia, arribó a México durante la Conquista, pues los españoles además de guerra y evangelización forzada, trajeron consigo una variedad de cereales, entre ellos el trigo.
De acuerdo con la Dirección General de Personal Dirección de los CENDI de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), el trigo fue sembrado gracias a Juan Garrido, un esclavo/criado de Hernán Cortés, quien encontró granos de trigo en un costal de arroz, plantándolos en lo que hoy es Rivera de San Cosme en la capital del país.
Su origen porfirista
De acuerdo con la información del CENDI, fue durante el Porfiriato que el bolillo surgió como lo conocemos hoy en día, se debe a la gran influencia de la cultura francesa en aquella época. pues además de hacerlo en arquitectura y vestimenta, también tuvo un impacto gastronómico.
Dentro de las distintas versiones que hay sobre su origen, una de las más aceptadas y populares, cuenta que dicho pan se lo debemos a Camille Pirotte, quien en su momento fue panadero del segundo emperador de México, Maximiliano de Habsburgo.
Dicha versión cuenta que el panadero dio con el bolillo accidentalmente, pues dejó podrir la masa, lo que provocó la fermentación del trigo actuando como la levadura que le dio su característica consistencia esponjosa.
Se dice que Pirotte se ganó el cariño de la gente, pues éste regalaba el pan que no llegaba a vender, lo comenzaron a llamar «Birote» debido a que no pronunciaban correctamente su apellido, poco a poco se le comenzó llamar así al pan que preparaba.
El bolillo comenzó a ganar popularidad en el siglo XX, por lo que la oferta y la demanda crecieron a tal punto que, las panaderías comenzaron a sacarlos «calientitos» en tan sólo 20 minutos, de ahí la frase «se vende como pan caliente».