¿Cuál es el único planeta que lleva el nombre de un dios griego en vez de romano?
La respuesta es: Urano. Es la única excepción -aparte de la Tierra-, que fue nombrado en honor al dios griego de los cielos.
Todos los planetas -salvo la Tierra-, fueron nombrados haciendo referencia a dioses romanos. Tenemos que remontarnos hace miles de años cuando los antiguos romanos eran capaces de contemplar hasta cinco planetas en el cielo nocturno. Para que les fuera más fácil mapear sus movimientos y anotar sus diferentes características, decidieron ponerles nombre. ¿Cómo bautizarlos? Los romanos lo tuvieron claro: honrando a sus dioses más importantes.
Sin embargo, los romanos no fueron los primeros en observar los planetas del sistema solar. Civilizaciones mucho más antiguas, como los sumerios, también pudieron localizarlos en el firmamento, otorgándoles nombres celestiales. En la antigua China, la nomenclatura planetaria se basaba en elementos de la naturaleza: agua, fuego, madera.
Eso sí, con el paso del tiempo y con la disponibilidad de los telescopios, se descubrieron nuevos planetas. La tradición de nombrar a los planetas en honor a dioses y diosas griegas y romanas también se mantuvo para los otros planetas descubiertos. Así, los astrónomos decidieron continuar nombrando a los planetas con nombres de dioses romanos famosos con una excepción: Urano, el dios griego del cielo, según la mitología griega (padre de Saturno y abuelo de Júpiter, según la mitología).
Lo curioso es que Urano, observado por culturas más antiguas, había sido considerado una estrella más y no un planeta. Tuvimos que esperar para el descubrimiento oficial hasta 1781 cuando el astrónomo germano-británico William Herschel consiguió identificarlo. Si bien quiso llamar al planeta “Georgium Sidus”, finalmente la propuesta de Urano fue la ganadora.
Dioses y planetas
Mercurio recibió su nombre del mensajero de los dioses porque parece moverse muy rápido por el cielo. Este planeta tarda aproximadamente 88 días en orbitar el Sol, de ahí que esta velocidad en dar una vuelta completa a nuestra estrella fuese equipara con el mensajero de los dioses dentro de la mitología de la antigua Roma.
Venus recibió su nombre de la diosa romana del amor y la belleza. Solemos conocerlo como el ‘gemelo infernal’ de la Tierra debido a su tamaño, masa y composición similares, aunque presenta un ambiente hostil con altas temperaturas que alcanzan los 470 grados centígrados, lo que lo hace inadecuado para la vida tal y como la conocemos hoy.
Marte era el dios romano de la guerra. En múltiples ocasiones se hace referencia a Marte como el «planeta rojo» debido a su apariencia rojiza causada por el óxido de hierro en su superficie. Ha sido y es objeto de exploración por parte de la NASA y otras agencias espaciales debido a su potencial de vida antigua. Es un planeta que ha intrigado a la humanidad durante miles de años.
Júpiter era el rey de los dioses romanos y por ello comparte título con este dios al ser el gigante del sistema solar. Fue observado por primera vez por Galileo en 1610 y desde entonces ha sido estudiado extensamente por astrónomos usando telescopios y naves espaciales.
Saturno era el dios romano de la agricultura y las cosechas. Su característica más distintiva es su hermoso sistema de anillos que consta de miles de anillos individuales compuestos principalmente de partículas de hielo.
Neptuno era el dios romano del mar. Es la contraparte del dios griego Poseidón. En la tradición de influencia griega, Neptuno es el hermano de Júpiter y Plutón y todos los hermanos presiden los reinos del Cielo, el mundo terrenal y el Inframundo.
Plutón, que ahora se clasifica como un planeta enano, era el dios romano del inframundo. Quizás el planeta recibió este nombre porque está tan lejos del Sol que se encuentra en oscuridad perpetua.
El dios romano de los cielos es Caelus y, Urano, su equivalente griego. El nombre de la deidad suele aparecer en forma gramatical masculina cuando se la concibe como una fuerza generativa masculina, pero la forma neutra Caelum también se encuentra como una personificación divina. El romano Caelus (o Caelum) es simplemente una traducción del griego Urano o Ouranos (Οὐρανός), no el nombre de una divinidad nacional distinta. No hay evidencia de la existencia de un culto a Caelus. Caelus a veces se asocia con Terra, representado en el arte escultórico como un anciano barbudo que sostiene una túnica que ondea sobre su cabeza en forma de arco, un signo convencional de deidad.